El solemne funeral del hombre que nunca va a morir: padre Jorge Loring, SJ

Por el Pbro. Lic. José Antonio Medina Pellegrini*

 

La Iglesia de Santiago Apóstol en Cádiz se levantó hacia el 1567. Se halla en la misma plaza de la Catedral y representa un fuerte contraste con la misma. Mientras aquella es todo barroquismo y gigantismo esta iglesia es una pequeña capilla que tuvo su origen en una ermita. Nació como consecuencia de su ubicación junto a la entrada de las murallas y fue hasta el 2007 templo conventual de los padres jesuitas. Sufrió el asalto de la escuadra anglo-holandés por el Conde Essex en 1596, quedando prácticamente destruida, y tuvo que reedificarse de nuevo. En su interior se encuentran bellísimos retablos barrocos del siglo XVII, siendo el más destacado el Retablo Mayor obra de Alejandro Saavedra.

Este templo es testigo de una historia privilegiada: allí ejerció su ministerio el Padre Jorge Loring , SJ. Llegó a ella en 1957, un año después hizo allí sus votos definitivos en la Compañía de Jesús, allí tuvo durante 57 años su confesionario, un día lo vio lucir orgulloso su título de “Hijo adoptivo de Cádiz”, y el pasado sábado 11 de enero el Obispo de Cádiz y Ceuta, Don Rafael Zornoza Boy, presidió el Solemne Funeral, que según su última voluntad, no podría ser en otro templo, sino en su Iglesia de Santiago Apóstol.

Concelebrarn junto a Don Rafael, el padre Fernando Marrero, SJ, Superior de la Comunidad de Jesuitas del Puerto de Santa María, el padre Ricardo Jiménez Merlo, Rector del Seminario San Bartolomé y de dicha Iglesia, el Vicario de Pastoral de la Diócesis, padre Fernando Campos , y numerosos sacerdotes jesuitas y de la diócesis gaditana. Los seminaristas animaron con sus cantos la celebración. Es de destacar la presencia de la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez y miembros de la Corporación. El templo estaba a rebosar de fieles devotos que encontraron en el Padre Loring esa paternidad espiritual que el supo derramar a manos llenas en su largo y fecundo ministerio.

Homilía de Don Rafael Zornoza Boy, Obispo de Cádiz y Ceuta
La homilía de Don Rafael fue profunda, cálida y enjundiosa. “Para quien conocía al padre Loring la relación, la asociación de ideas, no era sólo la de su libro ‘Para Salvarte’, en todo caso, sería un libro de aventuras. Él era un libro de aventuras. Él era una aventura. Yo tuve la dicha de conocerle ya siendo Obispo de Cádiz, y todos mis encuentros, que fueron bastantes con él, unos más entretenidos de conversación, otros más circunstanciales en momentos públicos, en concelebraciones, fueron siempre muy gratificantes. Porque era una vida llena, una vida que a pesar de su avanzada edad, pletórica de dinamismo, de proyectos, de intenciones siempre evangelizadoras al servicio de Dios y de los hombres.”

“La vida del padre Loring –prosigue diciendo Don Rafael- estaba llena de anécdotas, unas anécdotas se han hecho famosas, otras menos, pero todas propias de una vida muy larga y muy activa. Desde sus tantísimos viajes a América, de los que estaba tan orgulloso, porque siempre iba a trabajar y siempre tenía una demanda mayor, hasta aquí mismo en Cádiz, donde se sentía tan en su casa, tan a gusto, tan prohijado, y donde pudo trabajar tanto. Desde los astilleros, donde él contaba anécdotas de conferencias cuaresmales, de ejercicios espirituales, de predicaciones hasta en los vestuarios de las fábricas donde con un silencio absoluto y con un gran respeto se le escuchaba y él estaba feliz; hasta en otros momentos en los que con menos capacidad y actividad por el paso de los años entraba en las nuevas tecnologías para responder dudas, inquietudes, problemas personales.”

En uno de los pasajes más significativos de su homilía el Obispo de Cádiz y Ceuta nos reveló su primer secreto: “Pero todo esto tiene un secreto. Todas estas cosas en la vida de una persona no son casuales, ni mucho menos. Y el secreto del padre Loring no hay que profundizar mucho para descubrirlo, porque está muy a la vista. El secreto es que ha sido un hombre de Dios. Yo diría era un perfecto jesuita, inspirado en San Ignacio de Loyola y en la misma historia evangelizadora de la Compañía de Jesús. Con la experiencia hecha vida, interiorizada, saboreada, gustada interiormente de quien busca en todas las cosas la mayor gloria de Dios: ‘Ad maiorem Dei gloriam’.”

Don Rafael, remarcó con fuerza el poder de la instrumentalidad que supo vivir plenamente: “Tenía el padre Loring expresiones felices, él me contó que cuándo de alguna forma le llamaban la atención porque daba voces hablando, predicando, en sus conferencias, respondía: “Sí, yo doy voces, pero es el Espíritu Santo el que realmente golpea los corazones. Yo simplemente pongo todo lo que tengo”. Esta es una gran lección de vida: cuando uno pone lo poquito que uno tiene, Dios pone ese casi todo en nuestro casi nada que tenemos. Y si nosotros no ponemos ese casi nada que tenemos, Dios no pone ese casi todo que hace todas las cosas. Porque somos instrumentos de Dios.”

¿Cuál fue el segundo secreto del padre Loring? Así lo describe Mons. Zornoza: “Y en ese sentido, aunque de una forma pública, famosa, el padre Loring sea tan conocido por sus libros, su secreto estaba ahí en su confesionario. Fue un hombre de misericordia, un hombre que ha conocido la misericordia de Dios y esto no tiene ninguna publicidad. El estar esperando horas que venga algún penitente a quien poder dar un consejo, es creer en la misericordia de Dios, saber que es instrumento de esa misericordia y vivir su apostolado como un verdadero sacerdote que sabe que puede comunicar la alegría del perdón y la vida nueva de Dios a los hombres.”

Para concluir, emocionado como todos los presentes lo estábamos, afirmó: “El Señor tendrá al padre Jorge Loring en su gloria con los santos sacerdotes. Nuestra oración y nuestro sufragio en la Misa le acompañará, como una gratitud y una obra de misericordia, muy pequeña en lo que nosotros podemos hacer por él, pero muy grande ante Dios que ve los corazones y le recompensará como nosotros no sabemos hacer.”

Palabras de agradecimiento del padre Fernando Marrero, SJ
Al término del Solemne Funeral el padre Fernando Marrero, SJ, Superior de la Comunidad de Jesuitas del Puerto de Santa María, donde residió hasta sus últimos días el padre Loring, tuvo sus sentidas palabras de agradecimiento. Entre distintos conceptos expresó: “Si yo me quedara con un idea, así general, me quedaría con las palabras de san Pablo: “Estad firmes en la fe”, porque hay que ver ¡qué firmeza tenía en la fe el padre Loring!”.

Luego de agradecer al Sr. Obispo de Cádiz, autoridades y a todos los presentes, afirmó emocionado: “En esta Iglesia se lo despide, aunque las personas se mueren cuando nadie las recuerda, y yo creo que entonces, esto es imposible, el padre Loring no se va a morir nunca, no!” *Director espiritual del Seminario San Bartolomé