La Iglesia y la Sábana Sant

Viernes, 13 de julio de 2012 11:20 hrs
Fís. Adolfo L. Orozco Torres


La Sábana Santa de Turín es considerada la reliquia más importante de la Cristiandad. A lo largo de los años, la Iglesia ha promovido su veneración, concediendo incluso indulgencias especiales a quienes acudan a venerarla.

Recordemos que el Papa Julio II, en 1506, le dio Misa y Oficio propios, y cuando la Sábana Santa ha sido expuesta a la veneración pública, los pontífices en turno han ido a venerarla. Así sucedió con Juan Pablo II y recientemente el Papa Benedicto XVI. Absolutamente todos los Sumos Pontífices que han hablado de esta reliquia lo han hecho positivamente, promoviendo su veneración.

A la Iglesia le interesa que la veneración a esta reliquia nos acerque al Dueño de la misma. Lo que importa no es la tela, sino lo que esa tela nos dice de quién fue envuelto en ella, y que su contemplación nos acerque a Jesús de Nazaret.

Creer en la Sábana Santa no es dogma de fe. Se puede no creer en ella y no por eso queda uno fuera de la Iglesia. Nuestra fe no está basada en la Sábana Santa. Lo que creemos es lo mismo con o sin ella. Nosotros creemos en la Resurrección de Jesús por la fe teologal, regalo divino, basado en el testimonio de quienes lo vieron resucitado. Creer en la Sábana Santa no es imperativo de fe, pero sí es un imperativo de razón y de congruencia.

La Sábana Santa es un regalo de Dios. Cristo pudo resucitar sin dejar ninguna imagen, pero quiso hacernos este maravilloso regalo (dejarnos Su imagen) mostrando sus dos naturalezas: su naturaleza humana, su cuerpo doliente y muerto, y al mismo tiempo su naturaleza divina, ¡su cuerpo glorioso resucitado! Así pues, sigamos el consejo del querido y extrañado Juan Pablo II: "Que el Espíritu de Dios que habita en nuestro corazón, suscite en cada uno el deseo y la generosidad necesarios para acoger el mensaje de la Sábana Santa y hacer de él el criterio inspirador de nuestra existencia" y ¿Cuál es este mensaje?: "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos"
(Jn 15, 12-17).